VIDA ESCRITA PEL MATEIX MIQUEL RIUS 1 VIVES
1 9 1
Presentació
En Ilegir el manuscrit que m ‘havia Iliurat Jordi Amigó i Barbeta, responsable de l ‘ Arxiu Històric i membre del Centre d’Estudis Santjustencs, vaig comprendre que aquesta petita història d’una persona del Sant Just Desvern que va a cavall dels segles XIX i xx, calia publicar-la i donar-la a conèixer a tothom a través de les publicacions del Centre d’Estudis Santjustencs, ja que contenia una sèrie de visions, comentaris i explicacions de coses referides a Sant Just Desvern que avui dia gairebé s’ han perdut del tot. El document va arribar a mans de Jordi Amigó i Barbeta a través del Sr. Miquel de Ossó, de Sant Feliu de Llobregat, nét per via materna de l’ autor de les notes.
Miquel Rius i Vives va néixer a Sant Just Desvern el 4 de novembre de 1869, en el si d’una humil família que vivia en una part del que era encara Ia casa de pagès de can Campreciós. De molt petit, segons ens conta, ja havia de combinar les tasques escolars amb altres feines per a ajudar al sosteniment de Ia casa. Ens explica, en el seu manuscrit, quines eren i en què consistien les seves obligacions laborals i escolars, així com les relacions que mantenia amb els seus germans i amb els seus amics; també ens parla d ‘alguns costums o divertiments que hi havia en aquell Ilunyà Sant Just Desvern. Ens parla de Ia Creueta, de les Basses de Sant Pere, del Casino del carrer de Ia Sala… en definitiva, de Ilocs que avui dia encara coneixem perquè existeixen, d’altres noms de Iloc que no han perdurat i d’ uns altres que sortosament s’ han recuperat.
També ens explica com va anar evolucionant Ia seva vida laboral fins a arribar a ser procurador dels tribunals a Sant Feliu de Llobregat, havent passat, això sí, tota mena de peripècies, dificultats, privacions i esforços personals per a assolir l’esmentada professió. Miquel Rius i Vives va morir el dia 4 de març de 1945, a l’edat de setanta-sis anys.
El manuscrit té una cal•ligrafia gairebé perfecta, circumstància que ha facilitat Ia seva transcripció. Està redactat en un bon castellà de l’època i alguna vegada utilitza paraules i expressions catalanes per a expressar algun concepte.
92
En definitiva, teniu a les mans un relat viu i personal, si voleu, digueu-ne biografia, d’una persona senzilla però tenaç que va viure en un moment de la història de Sant Just Desvern, un temps no gaire Ilunyà, però sí gairebé totalment desaparegut, amb una manera de fer que no té res a veure amb els nostres costums actuals.
Si us plau, Ilegiu-lo i passeu-vos-ho bé.
Joaquim Carbonell i Calders, secretari del CES.
I 93
Vida escrita per el mateix Miquel Rius Vives
Ha principios del pasado siclo] existia todavia en el pueblo de S. Justo Desvern, una muy antigua casa de labranza, llamada Casa Campreciós. Ž Estaba formada de cuatro cuerpos de edificio, con un gran patio al frente, en el que habia el pozo, para el surtido de agua para los menesteres de la casa y riego de un extenso huerto existente, algibe para el lavado de la ropa, y prensas para uvas y para aceite. Todo ello estaba circuido de paredes, con dos grandes barrios de madera uno en la parte Oriental para dar acceso á la casa y patio y otro barrio tambien de madera en la parte de Poniente que comunicaba con un gran campo de la misma propiedad.
Uno de aquellos cuatro cuerpos de edificio servia para las habitaciones de los dueños de la finca y colindaba con el camino que conducia á la Iglesia; otro edificio del lado estaba destinado á almacen de viveres y productos que se conserbaban en la finca; un tercer edificio servia de pajar y de almacen de granos para las caballeria; y el último estaba destinado á cuadra de las aludidas caballerias, destinadas éstas al transporte de frutos, y abonos y al laboreo de las distintas porciones de tierra que componían el patrimonio de la casa.
Despues de construida la carretera que atraviesa el pueblo en su parte Meridional, 3 el propietario de aquella finca, hizo construir á la otra parte de la carretera una hermosa y extensa finca urbana con todos los adelantos y comodidades correspondientes, y en ella trasladó su residencia.
Entonces convirtio las cuatro dependencias de la antigua casa pairal, en otras tantas habitaciones destinadas á arriendo ó alquiler, sin quitar los dos barrios que habia uno en la parte de Levante y otro en la de Poniente, siendo desde entonces conocido ó nombrado por Barrio de Campreciós.
El edificio que habia sido cuadra de la aludida casa, fue cedido ó alquilado á los esposos Baudilio Rius v Lucia Comas, 4 y de aquel matrimonio nacieron cuatro hijos llamados Joaquin,5 Madrona, María y Teresa Rius y Comas.
Baudilio falleció en el año mil ochocientos cincuenta y cuatro, victima del cólera, terrible enfermedad que en aquel año, azotó una buena parte de los pueblos de Cataluña, quedando en la horfandad dichos cuatro hijos, todos ellos menores de edad y todavia impúberes.
Pueden suponerse las privaciones y dificultades que tendria la viuda Lucia Comas, para subvenir á las mas perentorias necesidades de la familia, sobretodo no existiendo en aquella época fábrica alguna en el pueblo, ni en los inmediatos, donde pudieran encontrar trabajo los hijos mayores, y ganarse un pedazo de pan para la familia, de modo que de la misma se enseñoreó la mas negra miseria.
Al fallecimiento de Baudilio Rius, y como si fuesen pocas las penas que encima llevaba la viuda, debia ésta atender al cuidado de su abuela, la cual victima de un ataque de apoplegia, quedó por completo paralizada de todo movimiento, y por lo tanto postrada en cama.
Con grandes penalidades y gracias á los auxilios que recibia de sus convecinos, siguió adelante la familia, pasando gran miseria, no obstante, no entraban en la casa otros emolumentos que el jornal eventual que ganaba Joaquin, cuando podia hacer algun jornal, trabajando como labrador en las fincas de otros vecinos de la localidad, ó de fuera de ella, ó en las diversas minas que cruzan el subsuelo del pueblo.
Gran suerte para su madre y familia fue que Joaquin creció muy honrado y trabajador y acostumbrado al ahorro, desconociendo por completo el vicio, y no malgastando un solo maravedi, no solo durante su juventud, ni que tampoco durante toda su vida.
Cuando alcanzó la edad de tomar estado contrajo matrimonio con Joaquina Vives y Valls, hija de una honradisima familia del pueblo. Muy trabajadora y hacendosa debia ser si se tiene en cuenta que era la única muchacha que habia en la casa que contaba con nueve hermanos, ocho de ellos varones, á todos los cuales precisaba atender, ademas de sus ancianos padres y abuelos que todavia vivian, cuando contrajo matrimonio con Joaquin Rius y Comas.
De aquel matrimonio nacieron en la misma casa donde habia nacido el padre, cuatro hijos llamados Miguel, Agustina, Julia y Pedro Rius y Vives. El primero en 4 Noviembre del año 1869.
Huelga manifestar las serias privaciones y hasta miseria que reinaba en aquella casa, con los cuatro pequeños, principalmente en los primeros años del matrimonio en que continuaba todavia enferma y en cama la abuela, privada de todo movimiento corporal.
En el vestido utilizaban los pequeños, las prendas viejas que algunos vecinos les regalaban apiadados del estado precario de la familia, iban descalzos la mayor parte del año, aún en dias lluviosos y frios. Por la mañana, su almuerzo consistia, la mayor parte de los dia, en un pedazo de pan mojado con un poco de vino: al mediodia un plato de sopa (escudella) compuesta de fideos y arroz, con trocitos de coles y un poco de grasa de cerdo llamada «sagí ranci» para dar un poco de gusto y color á la comida, y que era bonisimo. Si algun dia habia podido añadirse tres onces de carne, era repartido entre los padres y los hijos; y por la noche, consistia la cena en verduras, ó judias, y si habia sido posible freir un pequeño trocito de tocino (cansalada) ó algun arenque (arengada) era repartido tambien entre todos, una pequeña porcion cada uno.
Habia y hay todavia en el pueblo de San Justo Desvern, varias casas de labranza llamadas Casa Ginestá propia del hoy difunto Francisco Madorell; Casa Melich propia de los consortes Joaquin Gelabert y Magdalena Melich,• Casa Solanas, propia de Maria Ana Modolell,’ Casa Carbonell propia de Joaquin Carbonell y Josefa Modolell; 6 y Casa Modolell propia de Gaspar Modolell, todas muy protectoras de los pobres de la localidad á los que atendian con verdadera buena voluntad, en cuantas ocasiones era menester.
Miquel Rius i Vives amb la se va esposa, Poli i Ramendo (Font cok lecció Miquel de Ossó).
Las casas Ginestá y Melich que son las mas inmediatas al pueblo, poseian y poseen todavia, grandes extensiones de terreno destinado á hortaliza, para cuyo riego tienen grandes algibes, 7 los que tambien son utilizados como lavaderos públicos, y por este motivo acudian y acuden á ellos las vecinas para el lavado de ropas.
En el lavadero de Casa Melich, iba muy a menudo la Joaquina Vives, y esa circunstancia era aprovechada por la Magdalena Melich, para encargarle que á la mañana del dia siguiente le mandase del pueblo, pasta para sopa, carne para el consumo del dia y demas viveres indispensables para ahorrarle ir al pueblo para la compra de lo que necesitaba durante el dia.
Esos encargos eran cumplidos con gran satisfaccion por dicha Joaquina, y al efecto al dia siguiente muy de madrugada sus dos hijos Miguel y Agustina, emprendian la marcha hacia Can Melich á llevar el encargo hecho el dia anterior. Al llegar á la casa la Magdalena les hacia sentar en el banco, y al poco rato les servia sendos platos de judias ó verduras con un pedazo de tocino para cada uno, todo bien frito y abundante y que para los dos hermanos era un verdadero banquete.
Durante el suculento almuerzo habiase dedicado la Magdalena Melich, á llenar la cesta de pimientos, berengenas, almendras, avellanas, etc. y los dos hermanos, despues de regar el almuerzo con buen trago de vino, regresaban á casa inmediatamente contentos v satisfechos á presentar á su madre el regalo que la habia hecho la buena Magdalena.
Esos encargos menudeaban mucho, y no solo era la casa Melich, si que tambien la Agneta Solanas hacia identicos encargos á la Joaquina y siempre los dos hermanos Miguel y Agustina eran los que los llevaban á cumplimiento, repitiendo la
Aoneta Solanas el mismo procedimiento que la Magdalena Melich, y como habia en la casa algun anciano postrado en cama, al que colocaban en su parte trasera pieles de cordero para su mejor comodidad y para que chupara los orines, añadia al regalo de regreso alguna piel ya usada para que la Joaquina Vives pudiera utilizarla para la abuela que tambien tenia paralitica en casa.
Esos mismos viajes hacian á Casa Carbonell, en la que la dueña Josefa Carbonell, tambien hacia presente de alguna piel para la pobre paralitica que en su casa tenia [a Joaquina Vives. En casa Carbonell habia tres niños que contaban tres ó cuatro ó cinco años de mas que Miguel, y la madre de los mismos aumentaba el revalo con prendas de ropa alpargatas, ó ropa interior que era aprovechada con gran agradecimiento por la Joaquina.
En aquellas fechas, que eran de 1874 á 1878 8 era costumbre en el pueblo el dia de los difuntos dos de Noviembre, ir los pobres del mismo á pedir caridad en las casas de la Montaña, y por este motivo los dos hermanos Miguel y Agustina, con un cestito al brazo cada uno, salian tempranito de casa y se diriaian a ‘Casa Ginesta a ‘casa Melich, Solana, y Carbonell’, á solicitar la acostumbrada caridad y con los estómagos repletos de frutas regresaban á casa muy contentos y satisfechos de la excursion.
En estos viagecitos jamás tomaron parte los otros dos hermanos Julia y Pedro á causa de ser todavia demasiado pequeños y no poder por lo tanto hacer viages tan [araos.
Cuando Miguel alcanzó la edad de seis años, que fue en 1875, fue edificada la Casa Torre llamada Casa Meliton 9 propia de Don Meliton Reniu, en la que se construyó un pozo de mucha profundidad para el servicio de agua, y desmonte de tierras y alli empezó Miauel á trabajar y á ganar alguna peseta con que ayudar á sus padres para la manutención de la familia.
Las obras duraron mucho tiempo, y ayudando en la extraccion de tierras percibia seis reales diarios de jornal.
Desde entonces intervino tambien MiŒuel en la limpieza de tierras de las diversas minas que cruzan el término Municipal de San Justo, como son la de Casa Cortés, Casa Biosca, Casa
Carbonell, y otras que surten de aguas potables á algunas casas Señoriales de Esplugas y de Hospitalet, subiendo y bajando como una ardilla los pozos de registro l () que de trecho en trecho existen en aquellas minas.
Cumplidos los seis años, empezó Miauel ir á la escuela del pueblo, pagando dos reales cada mes; y era otra de sus obligaciones, ir por la mañana muy temprano así en verano como en invierno
á la carretera á recoger un capazo de estiercolll para á las ocho poder acudir á la escuela; al salir á las once iba á llevar la comida á su padre á la viña de la Crehueta 12 ó en el lugar donde trabajaba; á las dos volvia á la escuela para salir á las cinco, y acto seguido volver á la Carretera á recoger otro capacito de estiercol para el abono de la tierra en la plantacion de guisantes y garbanzos en la viña, ó tomates, pimientos ó berengenas en el huerto de la casa en que habitaban.
El espacio de terreno, ó mejor dicho de carretera que recorria para la recogida de estiercol era desde Casa Modolell, hasta el principio de la bajada á San Feliu. Los que se dedicaban á esa humilde tarea eran seis ú ocho compañeros, todos de la misma edad aproximadamente, y casi cada dia á la misma hora se reunian en el mismo lugar en la Carretera, que era el conocido con el nombre de Balsa de San Pere, 13 actualmente solares destinados á edificacion al final de la subida de la Carretera poco antes de llegar á Casa Modolell, y que era casi frente a la entrada del camino que dirige a San Juan Despi, hoy edificado tambien. El que primero llegaba procuraba limpiar la carretera del estiercol que hubiese en ella, y si era abundante procuraba ocultarlo para que al llegar sus compañeros no quisiesen parte del mismo y marchar á su casa á vaciar el capazo, y regresar para recoger el escondido.
La dicha Balsa de San Pedro sentaban sus reales los seis ú ocho compañeros, jugando y cantando, y molestando en lo posible á los que pasaban por alli que creian no les pegarian, y atentos todos á la vigilancia de las caballerias que circulaban por la carretera para ver si alguna de ellas abandonaba los excrementos, y cuando alguna levantaba la cola ya se Oia un fuerte grito de «arrit y arrat», que era la consigna de que habia visto que iba aquella caballeria á abandonar los excrementos ó que los habia abandonado ya, lanzadose enseguida á recoger la preciada mercancia. Esta no era disputada cuando habia sido uno solo el que habia dado el grito; pero á veces eran dos ó tres los que lo habian dado á la vez, y entonces se lanzaban todos á la carrera para ver quien llegaba primero y recogia mayor parte, siendo en algunas ocasiones causa de disputas y de peleas entre los compañeros, resueltas algunas por los carreteros que propinando alguno que otro cogotazo á los combatientes los separaban, y obligaban á marchar uno á derecha y otro á izquierda.
Pronto olvidaban sus rencores y volvian á reunirse en el de costumbre para continuar la vigilancia á las caballerias y en algunas ocasiones repetir las peleas.
Los chicos de la misma edad que obligados á llevar la comida á sus padres pasaban por el lugar de la reunion si no eran de la «colla», es decir, no eran compañeros de profesion, les era preciso sufrir las chanzas y burlas de los profesionales á la recogida del estiercol, aunque Jì¿esen compañeros de colegio, pues á estos se les consideraba como una especie superior á la que si no odiaba cuando menos no se le tenia respeto.
Asi pudo ocurrir con Ramon Poll, mas tarde cuñado de Miguel Rius, quien se veia obligado á cruzar la carretera en la Balsa de S. Pere para dirigirse a menudo á llevar la comida á su padre poseedor de una viña junto al camino de S. Juan Despi, quien no pasaba por alli sin ser seriamente molestado por los reunidos, los que cada vez que pasaba, si iba solo, se le acercaban y codeaban preguntandole donde iba y que iba á hacer, dandole alguna palmada ó echandole la gorra al suelo, sucediendo una vez que Miauel se la echo á la cuneta de la carretera, negandose á recogerla y yendo al encuentro de su padre á contarle lo ocurrido. Aquella vez fastidiado su padre de la repeticion de aquellos hechos y resuelto á cortar por lo sano, como vulgarmente se dice, se dirigió á su casa anticipandose al Miauel y le aguardó en el camino que en aquel entonces existia junto al huerto de su casa, y deteniéndole y quitándole el capazo de estierco/ que Miguel llevaba sobre la cabeza le preguntó donde estaba la gorra de Ramon y propinandole al mismo tiempo una buena tanda de bofètones, se negaba Miouel volver por la gorra á la carretera, á la vez que insultaba al padre de Ramon con las palabras mas groseras y desvergonzadas acostumbradas á pronunciar en los famataires, lo que le valió á Mi c uel un redoble de bofetones. Por último no tuvo otro remedio que volver á la carretera (…) que habia al lado del huerto de la exida de su casa, y por cuyo camino debia pasar Miguel para dirigirse a la suya, y ul verlo, le detuvo, le quitó el capazo de estiercol que llevaba en la cabeza y le preguntó donde estaba ta gorra de Ramonet, al mismo tiempo que le propinaba una fiterle tanda de bQ/ètones, y como Miauel le contestó con groseras palabras y graves insultos é improperios, que era lo que se aprendia en la carretera, repitió el padre de Ramonet, la tanda de bofètadas, y reteniendo el capazo de estiercol, exigió de Miguel que fuera a recoger la gorra á la carretera, y llevarsela á su casa, al Ramon Poll. Entonces fue repetida la funcion de bofetadas por parte del padre de Ramon, y de insultos por parte del Miguel, y éste muy caliente de la solemne paliza recibida, y llorando fue á su casa á contar lo ocurrido á su madre la cual, por no ser menos reprodujo la tanda de bofetones para escarmentarle y enseñarle á ser buen muchacho, y no hacer diabluras.
Viene aquí, a propósito contar otro hecho quizás paralelo al anterior, aunque muy distinto, y que revela nuestros destinos ante Dios.
Como era natural aquel episodio fue recordado siempre por Miguel, y probablemente Io fue tambien por la familia Poll, lo cual no fue óbio para que al llegar á la edad de tomar estado se prendó de tal manera el Miguel de la hija mayor de Poll llamada Antonieta que la quiso hacer su esposa; y como las dos familias no se relacionaban y no habia manera de hablarse, encargó Miguel, á un tio carnal de Antonieta que la hablara de su decision, así a la misma como á su familia y asi lo hizo sacando la impreSión de que la muchacha era todavia muy joven, y debido á ello, no pensaba de momento comprometerse en relaciones formales; que la negativa, no era tal negativa, sinó un punto de espera, á que terminara el aprendizage de modista, pues diariamente iba al pueblo vecino de San Feliu, para recibir lecciones y hacer práctica. Ello fue motivo de cobrar ánimos Miguel y de encontrarse con la muchacha y relacionarse los dos, y como quiera que siempre que se hablara del asunto, era la misma contestación, y preguntando Miguel si habia alguna oposicion de parte de su familia, recordando los hechos relatados, y ademas porque era distinta la posición social de las dos familias, asi como sus ideologias políticas, porque Magin Poll formaba en el partido de Cardona, y Miguel en el de Modolell, ambos enemigos irreconciliables en aquellos aciagos tiempos, 14 se percató Miguel de que el padre de Antonieta no hacia la mas pequeña oposicion á sus proyectos, no desmayó, decidiéndose entonces concurrir al baile que tenia {ugar en el local del Casino, 15 los dias festivos, aunque no sabia casi mover los pies, dedicando dos ó tres á Antonieta, lo cual duró mas de un año, hasta que por fin agotada la paciencia, decidió de una vez, romper con tanto aplazamiento, y un Domingo 3 de Noviembre de 1893, al llegar al baile, fue Miguel á sacar otra
muchacha, y entonces creyéndose poster•ada, habló á una buena amiga de los dos, y que estaba al corriente de sus secretos, la cual llamó á Miguel y le indicó que fuera á sacar á bailar á Antonieta augurándole á la vez que todo se arreglaria. En efecto aquel dia quedó cerrado y sellado el trato entre los dos, y al Domingo siguiente 10 de Noviembre de 1893, eran ya novios oficialmente, pues los padres de una y otro habian ya aprobado sus proyectos matrimoniales, culminadose el dia 8 de Noviembre de 1897 dia del matrimonio. El dia 11 de Marzo de 1903, á cosa de las 9 de la noche, fue á casa de los consortes Miguel y Antonieta la hermana de ésta llamada Eulalia, avisandoles de que a pesar de lo avanzada de la hora, su padre no habia regresado del trabajo, temiendose le hubiese ocurrido alguna desgracia, en la viña que poseia próxima al camino que dirige a San Juan Despi, y á la que habia ido a trabajar aquel dia. Acto seguido se trasladó á la misma, junto con el vecino Jaumet y otro, provistos de una escalera de mano y un colchon, y al [legar á la viña encontraron al padre tendido debajo la hiouera que le servia se sombra durante las horas de sol, preso de un fuerte ataque al parecer de apoplegia, y ya sin conocimiento. Lo colocamos en el colchón encima de la escalera de mano que hacia el oficio de litera, y al Ileaar á casa fue visitado por el médico que diagnosticó se trataba de un grave ataque de apoplegia y recetando una medicina que debia administrarsele cada hora una cucharadita, siendo de tal gravedad la dolencia que acabaria con la vida del paciente Magin Poll.
Como era muy avanzada la noche se quedó Eulalia á hacer compañía á Antonieta, y Miguel se quedó en casa de su suegro para velarle y cuidarle aquella noche, retirandose su suegra á descansar en otra habitacion vecina, con encargo á Miauel para que le avisara si ocurria alguna novedad. Como que sus otros dos hijos Ramon y Remigio vivian en Barcelona, tampoco pudieron velar aquella noche, á su padre, el cual á las tres de ta madrugada siguiente dejó de existir.
De modo que aquella noche, solo Miguel cuidó y veló á su suecro, sin compañía de otra persona alcuna.
Así pues, aquel que propinó aquellas tandas de bofetones á Miguel, por haber echado á la cuneta la gorra de su hijo Ramon, no tuvo otra asistencia que la de Miguel en su último dia de la vida, y que fue Miguel el único que recogió su último aliento, y el primero que elevó á Dios la primera plegaria para el eterno descanso de su alma.
No podia ni uno, ni otro, pensar en semejante acontecimiento en los momentos aquellos en que el uno propinaba y el otro recibia aquellos solemnes bofetones. Solo Dios podia estar en el secreto de lo que debia ocurrir en el porvenir entre las dos respectivas familias.
Tampoco podia uno ni otro pensar que Magin Pon, no pondria incoveniente alguno en conceder, a su hija Antonieta á Miguel para hacerla su esposa, como asi lo hizo, labrando asi su felicidad, no obstante el disgusto que debió sufrir en aquel acto que antes se ha manisfestado, y la diferencia de posicion social que disfrutaban ambas familias, aun cuando Miguel se habia ya examinado de Procurador cuando pidió la mano de Antonieta.
De todos modos conviene hacer constar que Miguel, jamás tuvo resentimiento ni prevencion alguna contra su suegro, ni se acordó de lo ocurrido, porque de sobras sabia que merecia el castigo recibido.
Explicando ese pequeño paréntesis y continuando la narracion de memorias, precisa recordar que á pesar de que Miguel no contaba mas de seis años cuando empezó ir á la escuela y á recoger estiercol por la carretera, cuando por la mañana salia de su casa con el capazo al brazo, hasta que llegaba á la carretera, siempre, completamente siempre, rezaba sus oraciones que le enseñara su buena madre, y que consistian en padrenuestros á la Sagrada familia,’ al Angel de la Guarda; San Antonio; San Roque y San Sebastian av Santa Lucía y para las almas de todos sus deudos, como son Abuelos, tios, primos, y demas parientes. Como era muy temprano, sobre todo en invierno, no encontraba en el camino nada que le estorbase sus rezos, aunque andaba temblando de frio, pues á duras penas podia ir vestido y casi siempre descalzo de pies, jamás conoció zapatos.
Cuando Miguel y su madre iban los dias á la viña de la Crehueta, ya fuese para azufrar las cepas, ya para espurgarlas, ó arrancar yerbas, le enseño todas aquellas oraciones y otras.
Cuando las cepas estaban pobladas de pámpanos iba los dos á cortar los que convenia para el espurgo de las cepas, y colocando uno encima de otro llenaban un buen saco ó dos, según los que podian cortarse y los llevaban á casa y los metian en un algihe con agua clara para que quedaran limpios y tambien para que pesaran algo mas que de lo regular, y antes de acostarse los sacaban del agua para que se escurrieran bien, y á la mañana siguiente á las dos de la misma cargaban cada uno con un saco á la cabeza de la madre y con un cesto el Miguel ó un saco mas pequeño, y á pié se dirigian á Barcelona á vender los pámpanos á la Plaza de San José ó de Santa Catalina, á las vendedoras de carne; pues en aquella fècha era costumbre en las carnicerias servir la carne, sea de la clase que fuere, envuelta en pámpanos de cepas. “6 Se cobraban ocho ó diez pesetas y con estas compraba la madre fideos y demas pastas para la semana, y á las seis, ya muchos dias estaban de regreso á San Justo, para poder ir á la escuela si era dia de trabajo. Compraban un panecillo ó un trozo de coca para almorzar, y pié regresaban al pueblo. Eran dos horas de ida y otras dos de vuelta algo pesadas en verdad sobre todo por la carga en la ida; pero que se pasaban distraidas porque generalmente eran diez ó quince personas las que se juntaban para la realizacion de aquel negocio; por lo regular las que salian primero de San Justo se detenian en el puente llamado de Can Riga1 17 para descansar un rato y aguardar á los que vinieran detrás; y cuando emprendian de nuevo la marcha, se detenian en Coll Blanch en la taberna llamada Can Zoilo, única casa que en aquella /ècha existia en aquella barriada, y alli se descansaba un ratito y se comia un poquito de coca y se bebia un poquito de vino rancio para reponer fuerzas, y luego en marcha otra vez para negar á las cuatro o cuatro y media á la Plaza de Barcelona para la venta de la mercancia: ya fuese pámpanos, ya tomates; habas, guisantes, ú otras frutas que podian recogerse para hacerse con unas pesetas para comprar para el gasto de la casa.
Miquel Rius i Vives i la seva esposa, Antónia Pol/ i Ramendo, junts amb els seufills, Lluis, Maria, Joaquim i Montserrat (fotogr«fia cok lecció Miquel de OssÓ).
Tambien era costumbre ir á vender higos y como en la viña habia dos higueras muy gruesas podian llenarse dos cestos muy grandes cuando se cogian cada quince dias, cuando era su tiempo y al igual que en la venta de pampanos y marchando de S. Justo á las dos de la madrugada se dirigian á Barcelona, y se apostaban en la Calle del Hospital, ó en la Plaza de Palacio á las cuatro y á las 5 de la mañana y en poco rato se habian vendido las vente ó treinta docenas que en dos cestos llevaban. En aquella fecha los trabajadores de las fábricas iban á trabajar ántes de las seis de la mañana, y con un pedazo de pan y los higos que compraban, unos almorzaban y otros se desayunaban y seguian camino del trabajo. De modo que los cestos de higos se despachaban en poco rato. Asi la calle del Hospital como la Plaza de Palacio ya mencionados eran los puntos mas á propósito para la venta, rapidamente. De modo que por lo regular, quemaban todavia las luces y ya se habia realizado la venta de todos los higos. Luego de comer algun bocadito, se emprendia el regreso á S. Justo y á continuar la tarea del dia, provistos de algunos viveres adquiridos con el producto de la venta de los higos.
Como no habia dinero para la compra de carbon, era preciso cocinar con leña y no alcanzando ésta para el consumo del año, iba Joaquin al bosque, con permiso del dueño del mismo, á desenterrar los extremos de los pinos, para despues triturarlos con maza y cuña, en cuyas tareas le ayudaba Miguel, quien muy a menudo, y en compañía de su madre y otros vecinos del Barrio de Campreciós iban al bosque á recoger leña quemada, regresando á casa cargados á mas no poder. En aquellos tiempos menudeaban mucho los incendios en los bosques, y como en ellos abundaban las retamas (ginestas) veian los propietarios de los mismos con buenos ojos que los vecinos del pueblo fueran á buscar la leña quemada para evitar el eminente peligro de un nuevo incendio que encontrara la leña medio quemada ó seca ya, lo cual hubiera avivado mas un segundo incendio.
Era ese trabajo de ir á buscar leña al bosque uno de los mas pesados porque debia andarse mas de una hora, y regresar cargados como burros.
En aquellos tiempos, existia una cierta antipatia entre los vecinos de S. Justo y los de Esplugas, asi como entre los de San Feliu; de modo que por cualquier futesa se desqfiaban para resolver á pedradas sus diferencias, señalando para ello la hora de las tres ó las cuatro de la tarde del Domingo siguiente. 18
A la hora señalada se reunian todos los muchachos de diez á quince años, y algunas veces algo mayores en la Carretera y alli empezaba la pedrea, no quedando una sola piedra en los montones que existian á los lados de la misma para el afirmado de la carretera, y quedaba ésta materialmente cubierta de piedra, hasta que las autoridades se daban cuenta de la gravedad de la pelea, ya que resultaban muchas cabezas lesionadas por las piedras que mutuamente se echaban, yendo siempre los contendientes provistos de sendas hondas (mandrons) muy bien construidos y á proposito para lanzar á larga distancia y gran velocidad las piedras destinadas al efecto; iban muchos muchachos pequeños para ir proveyendo de proyectiles á los mayores para intensificar mas la pedrea. Casi siempre iba algun ú otro de los contendientes provisto de una pistola ó de un revolver para hacerfueao ademas de la pedrea. Si no eran dispersados por las autoridades, ó la Guardia Civil, duraba la funcion hasta el anochecer en que cansados se retiraban á su pueblo, y á curar á los heridos.
Al Œunas veces sucedia que los de San Justo se metian dentro del pueblo de Esplugas, ó los de Esplugas se metian en al pueblo de San Justo, porque unos ú otros cedian terreno y entonces era ya cuestion de meterse en la contienda los hombres, ó sea, los padres de los contendientes para ahuyentar á los atacantes.
Esas ridiculas y poco edificantes escenas de falta de cultura y sobras de barbarie, afortunadamente han desaparecido del todo.
Las mismas escenas sucedian entre los muchachos de San Justo y los de S. Feliu; pero eran menos frecuentes debido á que mas feroces los de San Feliu, acudian á la pelea blandiendo armas blancas y empuñando siempre pistolas y revolveres, cosas que carecian casi por completo los de S. Justo, y era rara la vez que aunque se enseñasen á los contrarios para amedrentarlos, nunca se disparaban para hacer blanco. Si acaso los disparos eran al aire mientras que los bárbaros de San Feliu, iban siempre con malas intenciones y aviesos deseos de herir.
Durante las contiendas, era imposible circular por la carretera, debido á que ésta quedaba materialmente cubierta de muchachos, de uno y otro bando, y corria riesgo de ser seriamente atropellado, cualquier peaton que se expusiera á cruzarse entre aquella multitud.
Concurrió Miguel Rius, á la escuela pública de San Justo Desvern, desde la edad de seis años hasta que cumplió doce años pagando siempre dos reales mensuales. Durante ese periodo de seis años, procuró aplicarse mucho y no hacer faltas. Tuvo tres profesores, uno de ellos llamado Gaspar Vallmitjana, excelente profesor. A los diez ú once años, conocia perfectamente todas las reglas de aritmetica, como sumar, multiplicar, restar y dividir quebrados, toda clase de reglas de tres, de interes, de compañía, aligacion, conjunta y demas que comprendia el primer curso, sabia recitar perfectamente todos los verbos en sus diversos modos ó tiempos, etc.
Tenia una tia florista en la calle de San Severo de Barcelona, esquina á la Calle de San Honorato, y cada año, quince dias antes de Todos los Santos le invitaba á que fuese á ayudarles á poner los rótulos en [os lazos de las coronas que en aquellos dias se acostumbra ó acostumbraba ofrecer á los deudos en el Cementerio antiguo pues no estaba terminado, ó mejor no estaba ni empezado el Nuevo del Sud Oeste, y de esta forma pasaba quince dias huesped de Barcelona, con gran contento por la distincion que era objeto.
Dicha parienta suya se llamaba Josefa Nuet viuda de Rius, y tenia una hija llamada Josefa Rius y un hijo llamado Miguel Rius, que era de oficio tornero, quien le dio tambien alguna leccion de tornero, oficio que no le hubiera desagradado.
Como conocia muy bien la tia Pepa que así la llamaba y sabia lo aplicado que era Miguel, ofreciole en varias ocasiones costearle los estudios de la carrera eclasiastica, si hubiese querido seguirla, pero como no se sentia con vocacion para esa carrera, no fue aceptada por Miguel.
Vino por último el mes de Noviembre de 1881 y entonces ingresó como aprendiz en la tienda de merceria y pasamaneria de Don José Borrás y Santonja, situada en la Calle del Call numero once de Barcelona, 19 y alli estuvo hasta que pasó la quinta, ó sea hasta el dia tres de Febrero de mil ochocientos ochenta y nueve.
1
Durante ese largo espacio de tiempo desempeñó el cargo de aprendiz y el de dependiente de la merceria. Como que se dedicaba la casa á la fabricacion de cordones, flecos, y objetos de pasamaneria procuraba aprender tambien la confeccion de esos artículos. Como que el Sr. Borrás no tenia tiempo para esa clase de trabajos los encargaba á un fabricante muy experto é inteligente, y cuando precisaba hacerle un encargo de aquella clase, era Miguel el encargado de ir á hacerle encargo, y de paso examinaba lo que se confeccionaba en la casa, procurando hacerse cargo de lo que alli veia y asi se empezó en comprar alguna devanadera, banco para llenar los rodillos de seda, de lana y de algodón, tornos para el satinado de algodón y para el torcido de los cordones, urdidores, y aparato para el tejido de pequeños adornos, y flecos; satinado de abrazaderas, y demas articulos de pasamaneria. De modo que á los tres ó cuatro años de estar en la casa se confeccionaba en ella la mayor parte de [os artículos de pasamaneria que se vendian, y hasta alguna clase de cordones y adornos para vestidos de Señora que en aquella fecha venian como artículos de moda del extranjero.
En aquellos tiempos, tuvo la esposa del Sr. Borrás muy poca suerte con las sirvientes que tomaba á su servicio. De modo que muy a menudo se veia oblicada á cambiarlas, y como quiera que á veces pasaban dias entre la salida de una de ellas, y la entrada de otra, resultaba que el pobre aprendiz era el que debia desempeñar á la vez el oficio de sirvienta, y por consiguiente aprendió á guisar, á lavar platos, fregar el suelo, limpiar escusados, y servicio del mismo, y en fin hacer todos los trabajos que debia efectuar la sirvienta, y todos los trabajos que debia hacer el aprendiz y el dependiente, incluso ir por las mañanas cada dia á la Plaza Mercado de San José á comprar la carne, verduras y cuanto era menester para el consumo de la casa, todo lo cual efectuaba de buena gana y procurando cumplir bien cuanto se le mandaba.
Lo mas pesado eran los domingos y dias festivos por la tarde. Lo dejaban solo en la casa despues de comer y no regresaban hasta anochecido para cenar. Durante aquellas horas precisaba atender al cocido de habichuelas, cortar trocitos de madera para encender el fogon durante la semana, coser los botones á los zapatos de los niños, y lustrarselos, surcir medias, hacer las orillas á los pañuelos de bolsillo, y coser si convenia; poner cosidos unos
trocitos de cinta de hilo de unos cuatro centimetros de ancho dentro de los talones de las medias y calcetines para que duraran mas; poner ó repasar y coser los broches de la corsé; y hacer cuatro pedazos de un saco, de los que amenudo mandaban patatas de Cerdaña, y haciendo las orillas á los mismos, cosiendo luego un trocito de cinta de algodón en dos puntas para poderlos colgar de un clavo en la cocina y entonces servir para secar las manos.
Habia en aquella época muchos robos en Barcelona, y de todos enteraban á Miguel para que vigilara, estuviera atento y no se dejara engañar si por la tarde llamaban á la puerta estando solo en la casa. De modo que, cuando alguien llamaba, debia ir las habitaciones del primer piso para ver desde el balcon quien llamaba, y entonces venia la gorda, porque el miedo á subir á las habitaciones á oscuras, traspasarlas y abrir el balcon para preguntar quien llamaba, era espantoso, y eso que para en su caso defenderse se llevaba el cuchillo con que cortaba la madera para hacer las astillas para encender el fuego en la cocina y que era de los mayores que usan los carniceros, pues tenia mas de medio palmo de ancho; pero no era suficiente para hacerle perder el miedo de traspasar Jas habitaciones, cruzandolas y volver á la trastienda á continuar su labor.
Sucedia á veces, que uno de los de la casa iba á llamar para ver si ocurria novedad, y entonces viendo que quedaba nuevamente solo se ponia nervioso y algunas veces no podia contener el llanto. Se hallaba tan solo, y casi á oscuras con un miedo atroz.
Algunas veces, pocas, el que llamaba era uno de los familiares de la casa, y se quedaba en ella, ó porque estuviera cansado de pasear, ó por salir de alguna diversion y se quedaba ya para aguardar la cena. Entonces teniendo ya compañía, quedaba por completo tranquilo y sosegado.
Destinaba tambien parte de la tarde al repaso de las lecciones que habia aprendido en la escuela, sobretodo operaciones de sumar, multiplicar, restar y dividir quebrados, y decimales y las reglas de tres, interes y compañía, y se entretenia copiando los dibujos, de algunas de las cajas de la tienda que contenian generos de novedad de los que se vendian en la tienda.
I
Los inviernos eran durisimos, pues el miedo iba acompañado de las muchas horas de semioscuridad, y falta completa de calefaccion.
Habia en la casa el Diario de Barcelona, 2 ó sea el Brusi, y en aquellos tiempos publicó durante algunos dias una muy nutrida correspondencia relativa á las Islas Filipinas, Islas Carolinas, é Islas Palaos, con abundancia de datos referentes á las costumbres de aquellos habitantes, flora y fauna de aquellos paises, y todo lo copió en unas libretillas que todavia guarda, lo cual le entusiasmó de tal manera que le pasó por la mente el deseo de pasar á aquellos paises, para trabajar y ganarse el sustento en aquellas tierras pero le faltaba lo mas esencial para trasladarse alli, que era el dinero necesario para el viage; cosa que pensó resolver aauardando ser quintado para que si salia con la suerte de ser soldado, sentar enseguida plaza para ir voluntario á Filipinas y luego quedarse alli.
El dia ocho de diciembre de mil ochocientos ochenta y ocho, fue sorteado y le correspondió un numero muy alto, de modo que fue exento del servicio militar, y en consecuencia vió frustrados todos sus planes. El sorteo se verificó en el teatro El Tivoli de Vilafranca del Panadés. Fue personalmente allí para ver que suerte le cabia, y a pesar de su desilusion por la imposibilidad de trasladarse á Filipinas, regresó contento de Vilafranca porque sabia que proporcionaria una buena alegria á sus padres y á sus hermanos.
Entonces, sin aguantar mas, tomó la firme resolución de marcharse de Barcelona y cambiar de oficio. Al efecto encargó á D. Rafael Vida121 que á la sazon desempeñaba el cargo de Secretario del Ayuntamiento de San Justo Desvern que viera si podia proporcionarle una plaza de Secretario, ó lo que fuera, con tal que pudiera ser escribiente, á los pocos dias recibió aviso de que en el Juzoado de primera instancia habia un plaza vacante en una de la Secretarias de aquel Juzgado, cuyo Secretario se llamaba Ramon Canalda, y que si queria aquella plaza, hiciera una carta al referido señor, solicitandola, pues de esta manera, veria aquel señor, si era aceptable su clase de letra, y ortografia en la escritura. Asi lo hizo, y ensec uida recibió contestacion aceptando la peticion. Pero por desengaño, le participó que no se acostumbraba pagar sueldo alguno á los aprendices; pero que ello no obstante le daria treinta pesetas mensuales, y debia ir á comer á su casa.
En Barcelona ganaba cincuenta pesetas mensuales y ademas comia en la casa. De modo que la diferencia de sueldo era notabilísima.
No se arredró por ello estaba dispuesto á arrastrarlo todo, con tal que pudiera marcharse de Barcelona y dedicarse á escribir fuese lo que fuese.
El dia tres de Febrero de mil ochocientos ochenta y nueve, entró como escribiente en la Secretaria de D. Ramon Canalda.
Procuró fijarse mucho en la tarea que se le encomendaba, comprar libros y estudiar de firme, y a los tres años pudo ya examinarse de procurador, declarandole el Tribunal apto para el desempeño de este cargo.
La alegria que experimentó no tubo límite, pero continuó desempeñando el cargo de escribiente, entonces con José Camps, pues éste habia hecho una permuta con el Sr. Canalda y pasó á S. Feliu. El Sr. Camps me recompensó con diez duros cada mes.
Cada dia á las ocho de la mañana salia de casa y me dirigia á la Secretaria á trabajar, hasta la una del mediodia que regresaba á mi casa en San Justo para comer. A las tres, volvia á salir de casa y á San Feliu nuevamente hasta las siete de la tarde. Esos dos viages diarios de S. Justo á S. Feliu duraron nada menos que doce años. En verano llegaba á casa sudado y mojado á mas no poder, y en invierno con un frio de primera.
Cuando se marchaba á su casa, así al mediodia como por la noche, pasaba por el despacho de los procuradores Señores Vera, Molina, Llorach, é Insensé por si tenian copias que hacer. Habia en aquellos tiempos mucho trabajo en el Juzgado, y unido á esa circunstancia el hecho de desempeñar el cargo de escribienÍe en el mismo, le daban dichos procuradores mucho trabajo á copiar. De modo que sin que nadie supiera que se habia examinado de procurador, y ahorrando casi todo lo que ganaba haciendo copias, se encontró con que á los cuatro años de trabajar en el JuzGado, tenia ya hecha la fianza de dos mil pesetas para el dia que se decidiera darse de alta para el desempeño del cargo de Procurador de los Tribunales. Solo su principal Don José Cam,ps estaba al corriente de todo.
I I I I
|
|
|
|
|
Pero que juventud! Cuantas privaciones y ahorros, para salir adelante. Cuando por la mañana, ó mejor mediodía, se diriaia a San Justo á comer, pocas veces pasaba por la carretera; iba casi siempre por la riera de S. Justo, y cuando pensaba que habia pasado ya la quinta y solo ganaba diez duros mensuales, no podia retener sus ansias de llorar; de modo que en aquella riera derramó muchas lágrimas, y por alti nadia [e veía, como lo hubieran visto si hubiera ido pasando por la carretera.
Ya en su casa, era cuestion de ponerse enseguida al trabajo de hacer las copias encargadas.
Utilizaba como luz, la de un candil de aceite colgado de un madera llamado «pagés», y en invierno, improviso una mesa cerca de la «Llart del foch» para no tener tanto frio, y allí trabajando cada dia haciendo las copias, Oia á sus amigos y compañeros de S. Justo que se paseaban por la noche por las calles del pueblo, cantando y divirtiéndose, y él trabajando sin poder descansar un momento, pues el trabajo que se le encomendaba, era ante todo preferido, y á la mañana siguiente era preciso llevarlo hecho, á la hora de volver al trabajo, en la escribania.
Alcunas veces á la hora del mediodia, cuando se disponia ir á S. Justo para la comida, asi el Sr. Canalda, como despues el Sr. Camps, le hacian quedar á comer si el tiempo era lluvioso, ó llovia, y aquel dia era para él un banquete, la comida con que le obsequiaban. Eso si, enseguida de haber comido á trabajar nuevaá S. Justo por la noche. Esquela
mente, hasta la hora de regresar mortuòria de
Miquel Rius i
Vives (Col•lecció Miquel de Ossó).
- Can Campreciós és el mas avui dia integrat totalment dins el nucli urbà de Sant Just Desvern i situat a la confluència de la plaça de Campreciós amb el passatge de Sant Lluís i la plaça de Mossèn Jacint Verdaguer.
- Actualment carretera N-340, segons el Ministerio de Fomento, o Carretera Reial, segons el nomenclàtor de carrers de l ‘ Ajuntament de Sant Just Desvern.
- Eren els avis de Miquel Rius i Vives.
- Era el pare de Miquel Rius i Vives.
- En l’ arbre genealògic de can Carbonell hi consta el nom d’ Eulàlia Modolehl.
- Els safareigs de can Ginestar estaven situats dins de I ‘actual pati de 1’1ES de Sant Just Desvern, més o menys entre l ‘ últim edifici construït i la pista esportiva. Hi havia dos grans safareigs que s ‘ alimentaven amb aigua d ‘ una mina i que, a més de servir per a rentar la roba, permetien regar una sèrie de petits horts que els circumdaven i que conduïen diversos veïns del poble. A la dècada de 1970 tot el conjunt va deixar de funcionar en començar les obres de l ‘ institut.
El safareig de can Mèlic era situat a l ‘ esquerra de I ‘actual carrer de 1’0nze de Setembre en direcció a l ‘ esmentada masia, just on ara hi ha l’ aparcament de vehicles de la instal•lació esportiva.
- Miquel Rius i Vives tenia entre cinc i nou anys, i la seva germana encara era més petita.
- Actualment, en el gran solar que ocupava aquella casa, s ‘ hi troben els edificis de la llar d ‘ avis Nostra Senyora de Lorda.
- Vegeu la publicació del GERP i CES Les mines d ‘aigua de Sant Just Desvern. Sant Just Desvern 1995, pàgs. 166-167.
l l . Costum arrelat a Sant Just Desvern i altres poblacions que va persistir fins a I ‘extinció dels cavalls com a animals de treball.
- Ferran Asmarats i Martí m’ ha facilitat l’ accés a la lectura d’ una escriptura de propietat d’ una peça de terra que havia estat seva, situada al capdamunt de I ‘actual carrer de Batista i Roca, a la part esquerra tot pujant. La Creueta devia ser el petit coll que hi ha a la cruïlla dels carrers del Canigó i de Batista i Roca, en el terme de Sant Just Desvern, i de Lourdes, en el terme d’ Esplugues de Llobregat.
- Actualment aquesta barriada situada entre la Carretera Reial i l’autopista s’anomena les Basses de Sant Pere, nom recuperat durant la dècada de 1970, a iniciativa de David Guasch i Dalmau. Del camí d’anar a Sant Joan Despí, en aquest indret, ja no en resta cap mena de vestigi ni senyal.
- Cardona/Modolell. Rivalitat política sobre el 1895-1897.
- El Casino, edifici que ocupa els números 8, 10, 12 i 14 del carrer de Josep Anselm Clavé o carrer de la Sala, va ser durant molts anys lloc d’esbarjo ciels santjustencs, ja que a la gran sala que hi havia al primer pis s’hi celebraven els balls del diumenge, dels dies festius i de la Festa Major. Vegeu Miscel•lània d ‘Estudis Santjustencs IX, CES, Sant Just Desvern 1998, pàg. 182.
- He parlat d’aquesta manera d’embolicar la carn i altres aliments a Rosa Julià i Armengol i ella ho recorda de quan era jove.
- Can Rigal és el mas d’estil barroc que encara existeix en el terme municipal de l’Hospitalet de Llobregat, al capdavall de la carretera de Collblanc. Ran d’aquest edifici hi ha el pont que duu el mateix nom de la casa.
- Alguns testimonis encara recorden alguna baralla entre els nois d’aquestes dues poblacions ja ben entrat el segle xx.
- Actualment en aquest número del carrer del Call de Barcelona hi ha un establiment dedicat a la venda de paper d’embolicar i bosses de paper.
- Diario de Barcelona. Fundat el 1792 per Pere Pau Husson de Lepezaran i que el 1814 passà a mans d’Antoni Brusi i Mirabent, motiu pel quai popularment se’ I coneixia com el Brusi (GEC). Deixà de publicar-se amb la capçalera i el contingut en castellà el 1984.
- Rafael Vidal, secretari de l’Ajuntament de Sant Just Desvern els anys 1886 i 1887.